LAS TRANSFORMACIONES DE LA AUTORIDAD DOCENTE, EN BUSCA DE LA NUEVA LEGITIMIDAD
La autoridad en un contexto de transformación social
La autoridad en un contexto de transformación social
Con este artículo Alicia
Esther Tallone nos quiere enseñar como la figura del docente ha ido cambiando
en el tiempo y como su autoridad ha desaparecido totalmente.
La pregunta que surge espontánea es: ¿Qué tiene que hacer un docente para
ser reconocido por los alumnos, las familias y la sociedad?
La sociología clásica nos mostró que la autoridad para un docente era algo
que se le atribuía automáticamente por su rol. Un nombramiento que transformaba
el profesor en una institución sin considerar sus cualidades. Se creía y se
confiaba en la profesión más que en la persona en sí mismo.
Sin embargo todo esto con el tiempo ha ido cambiando. Hoy día el docente tiene
que ganarse la confianza de su alumnado, de las familias y de la sociedad: una
sociedad que ya no le cubre las espaldas.
Nos encontramos docentes a los que se les niega la aprobación, que no se les
escucha, que no son capaces de hacer valer su autoridad o incluso que exceden
en su ejercicio. ¿Cómo ha podido pasar todo esto?
Sería justo empezar con la etimología de la palabra “autoridad”. Del latín autoritas
que a su vez deriva de auctor-augere, más que una palabra hay que hablar
de noción ya que significa “protección” o “acompañamiento”.
Desde siempre la enseñanza es sinónimos de saber, responsabilidad y experiencia
por esta razón no se le puede quitar la autoridad.
Algunos pensadores del siglo pasado han bien considerado definir esta noción.
Weber en su obra Economía y Sociedad del 1922 distingue el poder desde la
autoridad explicando que el poder es simplemente la capacidad de obtener
obediencia y por otro lado la autoridad es el poder legítimo.
Además distingue tres tipos de autoridad:
- Tradicional,
es decir que reposa en la creencia de las tradiciones
- Carismática,
es decir que depende de la aptitud o carácter del individuo
- Legal
racional, es decir aquella autoridad instituida legalmente
Otro pensador, Kòjeve sostenía que la autoridad es sinónimos de movimiento, de
cambio y por lo tanto pertenece a quién hace cambiar.
En dicho cambio hay siempre dos sujetos: un agente dominante y un dominado.
Este último nunca puede reaccionar porque en el momento en el que éste
reacciona, destruye la autoridad.
Haciendo esta distinción entre dominante y dominado, surge obvia su
clasificación de autoridad entre:
- Padre
sobre el hijo.
- Amo sobre el esclavo.
- Jefe sobre sus empleados.
- Juez que representa la autoridad por excelencia.
Estos ejemplos evidentes de autoridad implican el consentimiento, la aceptación de la dominación por parte de la persona afectada. Esto significa que sin autoridad es imposible crear estas relaciones.
Factores que intervienen en la construcción de la legitimidad y las transformaciones en el papel del adulto.
El profesor en la actualidad realiza un duro ejercicio de construcción constante de su legitimidad como docente. La autora describe los factores que pueden influir en este concepto.
- La influencia del escenario social: la autora describe el contexto social como una época desencantada debido a la situación de crisis mundial. Esto conlleva un declive de las instituciones. El profesor que se encuentra en un contexto en el que debe construir su oficio
- Derrumbe de la autoridad en el mundo moderno: la crisis se ha trasladado hacia áreas prepolíticas, es decir, a la familia y la escuela.
- Crisis en el papel del adulto: declive de la sociedad patriarcal
En cierto modo podemos estar de acuerdo con este concepto de “transferencia”, la pérdida de autoridad que se ha producido en la vida pública y política ha provocado un desconfianza en el contexto social familiar y educativo.
Añadiría también que, en el caso particular de España, la inestabilidad política también ha influido en la toma de decisiones en el ámbito educativo. Nuestro sistema está gravemente dañado por esta inestabilidad política que deriva en un sistema educativo enfermo y con necesidad urgente de ser recuperado (tal y como muestran todos los informes de pruebas externas e internas realizadas en los centros educativos). También hay un excesivo proteccionismo al alumno tanto en el centro escolar como en el ámbito familiar. Hemos pasado de un extremo a otro, del autoritarismo a un estado de miedo y sumisión en el que algunos docentes se enfrentan a situaciones en las que no pueden actuar por miedo a dañar la autoestima del niño, y por ende, la de los padres. Cierto es que no es justo generalizar, pero lo cierto es que cada vez son más comunes los casos de las agresiones de alumnos a profesores, de padres a profesores y entre alumnos. Es este contexto, se hace urgente y necesario inculcar valores dentro y fuera del centro escolar, que faciliten la convivencia de profesores y alumnos.
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Otro punto importante que puede contribuir al descrédito del docente como autoridad, es la difusión que se hace en los medios de comunicación de noticias que, en principio deberían servir para defenderlos, pero que producen un efecto contrario, desacreditan al docente y le hacen objeto de burla y humillación. Existen infinidad de vídeos en la web de agresiones, humillaciones y faltas de respeto a profesores, y lo peor de todo, son vídeos virales, visto por un gran número de adolescentes que imitan estos modelos de conducta.
Los valores según Hannah Arendt son cíclicos, es decir, una
generación se encarga de transmitirlos a la siguiente; por eso, es tan
necesaria la interacción y el respeto intergeneracional que al no cumplirse
puede generar los problemas de “crisis de valores” y las crisis de autoridad
del adulto. En el respeto estaría la clave a este problema: se llegaría a la
conciliación, ya que los adultos entenderían los cambios adolescentes y no
caerían en los viejos tópicos tradicionalistas que desvirtúan a los jóvenes.
De todos modos, hemos de decir que tanto Mead como Meyrowitz creen
que las nuevas comunicaciones o tecnologías guardan una gran relación con la
figura de la autoridad actual. Mead establece que comprender la utilidad del
pasado, pero nunca estancarnos en él, conseguirá la cooperación y el
aprendizaje intergeneracional en este tiempo de Revolución electrónica en el
que convivimos tres culturas (pos-, co- y pre-figurativa). Meyrowitz considera
que con las nuevas tecnologías (televisión, internet...) el concepto infancia
(s.XVII) se ha vuelto a corromper ya que el niño vuelve a quedar expuesto a
conceptos y contenidos sin filtro e incontrolables antes tabúes como la
violencia y el crimen, el sexo y la muerte o la hipocresía y la mentira que
gobiernan esta era contemporánea y que debilita las relaciones humanas, rompe
jerarquías y aleja a la familia. Nosotros, como futuros educadores, deberíamos
considerar esta sobre-exposición para educar en los antes mencionados tabúes y
adecuarnos a estas nuevas necesidades educativas.
Por tanto, ¿Cómo puede ser el docente una autoridad si ahora la
encuentran en la tecnología? Se ha aclarado en el párrafo anterior el acceso
universalizado que tienen los adolescentes a las nuevas comunicaciones, es
decir, el saber se ha democratizado y dispuesto al alcance de todos que era lo
que antes nos otorgaba la autoridad. ¿Qué debemos hacer ahora? Ahora, nuestra
autoridad se va a obtener a través del acompañamiento en el crecimiento y aprendizaje
de un alumno, siendo un aliado, otorgando al alumno una confianza y
estableciendo unas reglas claras de funcionamiento. Pero, si además de
recuperar mi autoridad quiero obtener el respeto de mis alumnos lo que debo
hacer es que ellos perciban el deseo y la voluntad de mejora que acompaña a un
docente, escucharlos y darles las oportunidades que merezcan.
Los valores
ayudan a la reformulación y reconstrucción de la autoridad. La cultura está
inmersa en la escuela y se va estructurando a partir de una jerarquía de
valores.
Adela Cortina establece que los valores que
generan una ciudadanía activa sirven para apoyarnos en la construcción de la autoridad. Esto se da porque al ser valores actuales, enmarcan la acción de a la escuela y el contexto. Uno de los grupos de valores que ella detecta, son los reactivos. Estos valores se encuentran presentes con demasiado exceso en nuestra sociedad actual y se caracterizan por el cortoplacismo. Algunos
ejemplos de éstos son el consumismo, responsabilidad liviana, exterioridad,
competitividad o el individualismo.
Por otro lado, la autoridad se construye en vínculo que implica tiempo y apuesta hacia el futuro. Vivimos en una época de ética indolora, ya que las personas están dispuestas a exigir derechos, pero no a cargar con las responsabilidades. El hombre es un animal social, pero no debería ser gregario porque implicaría ser animal de rebaño que carece de convicciones propias solo
por ser aceptado. Todos los seres humanos tienen necesidad de ser aceptados, pero ésta es una necesidad meramente psicológica.
El individualismo es uno de los aspectos más importantes de la sociedad occidental. El tiempo incrementa la autonomía y un factor de inseguridad que hace a cada uno más responsable de su porvenir dando a la vida un sentido más allá que a sí mismo. El habitante de la sociedad moderna debe crear lazos que se usen como eslabón para unirse con el resto, pero esta conexión no asegura su duración. En el terreno escolar, es habitual escuchar a docentes quejarse de encontrarse solos, y es que la escuela perdió su autoridad institucional de las que los docentes eran herederos y respetados con independencia de sus características concretas. Por eso, el esfuerzo personal era casi innecesario. Hoy, en cambio, gran parte de la autoridad cae sobre lo que el propio docente pueda hacer.
Si cada persona tiene derecho a un ámbito en el que actúa sin que nadie esté legitimado a interferir, y la libertad es actuar en ese ámbito y que los demás le dejen actuar en él… ¿Por qué habría que ejercerse la autoridad en un mundo de individuos?
Pero, como establece Hegel “La categoría básica de la sociedad no es el individuo, sino sujetos que se reconocen como personas que ya están vinculadas entre sí”
La crisis de la autoridad pedagógica tiene un fuerte impacto en el corazón del sistema educativo porque educar implica ejercer autoridad. Si los alumnos no reconocen el lugar del docente, la relación de autoridad no funciona.
Pensar en reconstruir el vínculo de autoridad a partir de indicaciones abstractas como única manera de construcción al margen del contexto escolar, no es realista. Es difícil que el docente lo consiga por sí mismo: es algo que compromete a toda la sociedad incluyendo a la fuente personal.
Es curioso, porque hace unos años esto de " la autoridad en el aula" no sería un tema de análisis, ni de debate (bueno debate sí, porque hay autoridades y autoridades...) pero si a alguien antes se le identificaba con autoridad (en el buen sentido de la palabra) era a un profesor.
ResponderEliminarRaro es el día en el que no salga alguna noticia entorno a este tema, el lunes sin ir más lejos: http://www.diariodesevilla.es/sevilla/autoridad-perdidaen-aulas_0_1217578798.html y la verdad es que és terrible. En mi opinión todo es derivado de una profunda crisis de valores que desemboca en los más débiles, los niños.
Hasta que no haya una colaboración global, de la comunidad educativa, las familias y un reconocimiento social, será una guerra particular de cada uno de nosotros por conquistar nuestra autoridad en el aula. Muchas gracias por el post!