Actualmente, gran parte de la
sociedad educativa anhela un cambio revolucionario en la forma de enseñar y de
aprender. Son muchos los nuevos retos que se plantea la sociedad respecto a la
educación en el siglo XXI, como pueden ser la inclusión social, el desarrollo
de la creatividad, la educación emocional, el desarrollo de las competencias o
la introducción de las nuevas tecnologías en el proceso de
enseñanza-aprendizaje.
Entre estos retos pendientes, quizá
uno de los más importantes, pero también de los más olvidados sea el desarrollo
de la función educativa dentro de los centros penitenciarios. Desde el año 1996
el Reglamento Penitenciario aprobado por el Real Decreto 190 del 9 de febrero
(que regulaba el sistema penitenciario en nuestro país) apuntaba hacia un enfoque
integrador en el sentido de la LOGSE, pero no ha sido hasta los últimos años
cuando realmente se ha conseguido un gran avance en educación penitenciaria en
las cárceles españolas, pues desde 2003 se ha producido el traspaso de miles de
maestros a las diferentes comunidades autónomas para que hoy en día las
prisiones españolas cuenten con un amplio cuerpo de maestros.
En un primer momento las palabras
educación y encierro nos parecen dos categorías opuestas. Fácilmente podemos
pensar que no es políticamente correcto invertir tanto dinero y tantos recursos
en personas que atentan contra la sociedad, porque al fin y al cabo les estamos
manteniendo, educando, etc; pero la realidad es que la educación penitenciaria
es una labor muy importante, ya que según estudios realizados, los presos que
han recibido una educación en su estancia en la cárcel tienen muchas menos de
posibilidades de volver a delinquir. Muchas veces las reincidencias son la
respuesta a una mala inserción una vez vuelven a la calle.
Las personas que residen en centros
penitenciarios están exentas de libertad y viven en unas condiciones de
limitación de su condición, pero esto no quiere decir que estén privadas del
derecho a su mejora y enriquecimiento personal. Por ello las acciones de
educación en las cárceles van dirigidas a apoyar las reformas del código penal
mientras se mejoran las condiciones de la población reclusa. Así las personas
obtienen un aprovechamiento de la cárcel para rehabilitarse y mejorarse a sí
mismos.
Ahora bien, ¿cómo es la existencia
de escuelas y maestros en las cárceles y qué resultados se obtienen sobre la educación
dirigida a jóvenes y adultos presidiarios?
Actualmente la educación en los
centros penitenciarios está regida por un plan de propuesta integral y flexible
que se articula en torno a tres ejes: La formación para el trabajo, la
continuidad educativa de las personas privadas de libertad y el desarrollo de
proyectos sociolaborales y socioeducativos.
Además, la educación penitenciaria
cuenta con actividades deportivas, culturales y de apoyo para favorecer el
desarrollo integral de los internos. Estas actividades engloban la pintura, la
cerámica, la fotografía, actuaciones, exposiciones, teatros, actividades de
educación medioambiental, centros de idiomas y hasta escuelas deportivas.
Al ingresar en prisión, los
internos que carecen del título de las Enseñanzas Secundarias Obligatorias del
sistema educativo son examinados por un maestro; y este, basándose en el
proceso de examen escoge el perfil educativo y el ciclo de la ESO en el que
debe incluir a dicho preso. Sin embargo, no hay mucha información a cerca los
programas ofertados en el sistema penitenciario. No se conocen los procesos y
cómo son los resultados a corto y medio plazo; pero sin embargo sí se sabe que
están compuestos de programas de alfabetización para adultos, programas de
alfabetización y castellano para extranjeros, bachillerato, ciclos formativos
de grado medio y superior y la escuela oficial de idiomas. También pueden optar
a enseñanzas regladas universitarias a través de los estudios que imparte la
UNED en iguales condiciones que los realizan el resto de ciudadanos. Todos los
presos disponen para llevar a cabo sus estudios de tutorías, apoyo a distancia
y material didáctico.
También existen programas
específicos que pretenden frenar el desarrollo de actividades delictivas en
jóvenes, y que se caracterizan por una acción educativa intensa para conseguir
su integración social una vez salgan de prisión. Este está dirigido a menores
de 25 años y pretende dotar a los jóvenes de habilidades de pensamiento
necesarias para un mejor ajuste social y personal, mejorar la educación y la
preparación para la búsqueda de empleo y entrenar las actitudes, habilidades y
valores que permitan a los jóvenes alejarse de las conductas delictivas. Estos
programas son llevados a cabo por los equipos técnicos de los centros
penitenciarios.
Todos estos procesos educativos y
reeducativos tienen como fin prevenir la reincidencia delictiva tras su
excarcelación, ya que la reincidencia es una cuestión bastante polémica en
torno a la eficacia de la prisión en los procesos reeducativos y reinsertivos,
debido a los altos índices existentes de reincidencia penal. En España aún nos
queda mucho trabajo de mejora de métodos de reinserción, pues hoy en día el 47%
de los internos de cárceles españolas vuelve a prisión tras salir por cometer
un nuevo delito.
Como ejemplo representativo de una
prisión situada en la Comunidad de Madrid se ha escogido un centro
penitenciario situado en Alcalá de Henares.
El centro penitenciario Alcalá Meco
para mujeres es una de las prisiones más antiguas de la Comunidad de Madrid. En
sus principios estuvo destinado a jóvenes con problemas de drogadicción, pero
con el paso de los años ha pasado a albergar mujeres en prisión preventiva y
penal. Fue inaugurado en el año 1978, y actualmente cuenta con más de 700
internas que se reparten en las más de 400 celdas que componen su interior. En
esta prisión, el 65% de las internas son extranjeras y el 35% españolas. La
mayoría de ellas cometieron delito de posesión, tráfico de drogas o robo.
En esta cárcel se trata la prisión
desde una perspectiva de absoluta formación académica y laboral, pues según
afirmó en una conferencia dirigida a alumnos universitarios de Periodismo y
Comunicación Audiovisual el director de Instituciones Penitenciarias en Alcalá
Meco, Jesús Moreno, la vida en la cárcel está muy alejada de lo que aparece en
las series y películas. Las presas españolas no visten monos naranjas ni
planean fugas cada día, sino que la vida en la cárcel se basa en una rutina
donde las presas van a sus áreas de trabajo o bien a clases de formación de
Secundaria, Bachillerato o de formación Universitaria; y además realizan
actividades culturales o deportivas.
Él mismo afirmó que en los últimos
años los delitos contra las personas están ascendiendo a grandes pasos, y que
por este motivo cree en la necesidad de dotar a las personas que viven exentas
de libertad de unos derechos especiales que les permita modificar los rasgos y
las causas que llevan a estas personas a delinquir, y a su vez conseguir una
reinserción social de estas personas una vez cumplida su pena.
La cárcel cuenta con diferentes
talleres y cursos, donde las presas desempeñan distintas actividades, como la
pintura, la peluquería, la cerámica, clases de gimnasia y las manualidades.
También cuenta con un grupo de teatro llamado las Yeses, uno de los más
representativos de las prisiones españolas.
Entre sus actividades se encuentra
la de ir a clase diariamente. La única diferencia entre ir al instituto e ir a
dar clases en la cárcel es que mientras cualquier alumno de un instituto de
Madrid está deseando que finalicen las clases para poder tener tiempo libre,
para los presos la finalización de las aulas significa volver a su celda y el
fin de su “evasión” diaria que les ayuda a salir de la rutina. Toda persona
encerrada y privada de su libertad ansía salir, volver a ser libre… y como esto
no es posible busca caminos de evasión. Estudiar es para ellos una buena vía de
escape.
La escuela de esta prisión se ha adaptado en su formación al
modelo de los centros de Educación Permanente (antiguos centros de adultos). En
cada prisión existe un Centro de Educación Permanente que funciona como escuela
de la cárcel. Están atendidas por maestros que llevan a cabo dos tipos de
enseñanzas: la enseñanza formal y reglada y la no formal, que es un apoyo a la
formación.
En la enseñanza reglada se ofrece
una educación básica, para que los presos analfabetos se desarrollen hasta el
nivel de Secundaria.
Esta abarca todos los niveles,
desde alfabetización, donde presos analfabetos pueden aprender a leer y a
escribir; el siguiente nivel que correspondería a la consolidación de
conocimientos básicos, y el último nivel que correspondería a tercero y cuarto
de la ESO. En la cárcel tienen todo el material y el temario que necesitan para
prepararse, y al finalizar los estudios de una etapa realizan una prueba
escrita de nivel. Si la institución donde están presos no tiene Bachillerato
siempre pueden realizarlo a distancia o en modalidad semipresencial si se
matriculan en un centro externo.
Además de esto, existen planes
educativos de apoyo, como la ayuda a la obtención de la titulación básica y los
exámenes de acceso a estudios universitarios y de formación profesional.
Otro tipo de planes se centran en
la obtención o el desarrollo de las competencias básicas como la informática,
los idiomas, la cultura emprendedora, conservación del medioambiente, llevar
hábitos de vida saludable como una buena alimentación y una vida físicamente
activa... Estos planes reciben el nombre de Ciudadanía activa.
La mayoría de presos son personas
que necesitan una formación básica sólida porque carecen de ella. Son personas
que han tenido poco acceso a la educación, que la han abandonado en edades
tempranas o que provienen de un estrato social que no les ha permitido un
acceso a la educación. Además, suelen estar sujetos a situaciones que no
aportan una facilidad a la hora de evolucionar en el estudio, como pueden ser
los traslados, los permisos, las salidas, los juicios…
La última cuestión, y no por ello menos importante, es la de
¿cómo es ser profesor en una institución penitenciaria? Para ello qué mejor que
escuchar la opinión de alguien que ha ejercido como profesor en una cárcel. Os
dejo a continuación el enlace por si os pica la curiosidad.
En mi opinión tiene su parte buena, y es que si eres profesor
en una institución penitenciaria te evitas lo peor de ser profesor en un
instituto, que es la polémica con los padres de los alumnos ;)
Muy buen post Ana felicidades. ¿Sabéis que se puede hacer voluntariado en Cárceles en España? La ONG solidarios de la Complutense tiene un programa así. Yo los conozco desde hace mucho años y hacen un trabajo fantástico. Hace poco llevaron a Vargas Llosa a la cárcel http://www.lavanguardia.com/local/madrid/20180203/44509990429/vargas-llosa-habla-de-literatura-ante-200-internos-de-la-carcel-de-valdemoro.html pero el Aula de Cultura es mucho más, es sobre todo contacto de los presos con los voluntarios. Un día de estos tenemos que hablar del voluntariado como desarrollador de competencias...
ResponderEliminarEnhorabuena por tu post Ana. La verdad que estaba bastante desinformada sobre este tema y ha sido un gustazo leer una síntesis tan buena para empezar a aprender sobre ello. Me han alarmado seriamente las cifras sobre reincidencia en España y me parece que efectivamente hay un gran margen de mejora en este sentido. Sin duda, la educación o reeducación es fundamental para reducir esas cifras y se ha de trabajar muy duro para conseguirlo. No se si la formación del profesorado de las instituciones penitenciarias es la misma que la de cualquier otro docente,pero veo imprescindible al menos la estrecha colaboración de docentes junto con trabajadores e integradores sociales así como de otros profesionales que ayuden al profesor a manejar este tipo de grupos sociales.
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