jueves, 1 de febrero de 2018

Educación en Instituciones Penitenciarias

Educación Secundaria en las instituciones penitenciarias.

Actualmente, gran parte de la sociedad educativa anhela un cambio revolucionario en la forma de enseñar y de aprender. Son muchos los nuevos retos que se plantea la sociedad respecto a la educación en el siglo XXI, como pueden ser la inclusión social, el desarrollo de la creatividad, la educación emocional, el desarrollo de las competencias o la introducción de las nuevas tecnologías en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

Entre estos retos pendientes, quizá uno de los más importantes, pero también de los más olvidados sea el desarrollo de la función educativa dentro de los centros penitenciarios. Desde el año 1996 el Reglamento Penitenciario aprobado por el Real Decreto 190 del 9 de febrero (que regulaba el sistema penitenciario en nuestro país) apuntaba hacia un enfoque integrador en el sentido de la LOGSE, pero no ha sido hasta los últimos años cuando realmente se ha conseguido un gran avance en educación penitenciaria en las cárceles españolas, pues desde 2003 se ha producido el traspaso de miles de maestros a las diferentes comunidades autónomas para que hoy en día las prisiones españolas cuenten con un amplio cuerpo de maestros.

El objetivo principal de la educación en las prisiones es la reeducación y la reinserción social de los presos, pero… ¿Es posible educar en contextos de encierro? 


En un primer momento las palabras educación y encierro nos parecen dos categorías opuestas. Fácilmente podemos pensar que no es políticamente correcto invertir tanto dinero y tantos recursos en personas que atentan contra la sociedad, porque al fin y al cabo les estamos manteniendo, educando, etc; pero la realidad es que la educación penitenciaria es una labor muy importante, ya que según estudios realizados, los presos que han recibido una educación en su estancia en la cárcel tienen muchas menos de posibilidades de volver a delinquir. Muchas veces las reincidencias son la respuesta a una mala inserción una vez vuelven a la calle.

Las personas que residen en centros penitenciarios están exentas de libertad y viven en unas condiciones de limitación de su condición, pero esto no quiere decir que estén privadas del derecho a su mejora y enriquecimiento personal. Por ello las acciones de educación en las cárceles van dirigidas a apoyar las reformas del código penal mientras se mejoran las condiciones de la población reclusa. Así las personas obtienen un aprovechamiento de la cárcel para rehabilitarse y mejorarse a sí mismos.

Ahora bien, ¿cómo es la existencia de escuelas y maestros en las cárceles y qué resultados se obtienen sobre la educación dirigida a jóvenes y adultos presidiarios?


Actualmente la educación en los centros penitenciarios está regida por un plan de propuesta integral y flexible que se articula en torno a tres ejes: La formación para el trabajo, la continuidad educativa de las personas privadas de libertad y el desarrollo de proyectos sociolaborales y socioeducativos.

Además, la educación penitenciaria cuenta con actividades deportivas, culturales y de apoyo para favorecer el desarrollo integral de los internos. Estas actividades engloban la pintura, la cerámica, la fotografía, actuaciones, exposiciones, teatros, actividades de educación medioambiental, centros de idiomas y hasta escuelas deportivas.

Al ingresar en prisión, los internos que carecen del título de las Enseñanzas Secundarias Obligatorias del sistema educativo son examinados por un maestro; y este, basándose en el proceso de examen escoge el perfil educativo y el ciclo de la ESO en el que debe incluir a dicho preso. Sin embargo, no hay mucha información a cerca los programas ofertados en el sistema penitenciario. No se conocen los procesos y cómo son los resultados a corto y medio plazo; pero sin embargo sí se sabe que están compuestos de programas de alfabetización para adultos, programas de alfabetización y castellano para extranjeros, bachillerato, ciclos formativos de grado medio y superior y la escuela oficial de idiomas. También pueden optar a enseñanzas regladas universitarias a través de los estudios que imparte la UNED en iguales condiciones que los realizan el resto de ciudadanos. Todos los presos disponen para llevar a cabo sus estudios de tutorías, apoyo a distancia y material didáctico.


También existen programas específicos que pretenden frenar el desarrollo de actividades delictivas en jóvenes, y que se caracterizan por una acción educativa intensa para conseguir su integración social una vez salgan de prisión. Este está dirigido a menores de 25 años y pretende dotar a los jóvenes de habilidades de pensamiento necesarias para un mejor ajuste social y personal, mejorar la educación y la preparación para la búsqueda de empleo y entrenar las actitudes, habilidades y valores que permitan a los jóvenes alejarse de las conductas delictivas. Estos programas son llevados a cabo por los equipos técnicos de los centros penitenciarios.

Todos estos procesos educativos y reeducativos tienen como fin prevenir la reincidencia delictiva tras su excarcelación, ya que la reincidencia es una cuestión bastante polémica en torno a la eficacia de la prisión en los procesos reeducativos y reinsertivos, debido a los altos índices existentes de reincidencia penal. En España aún nos queda mucho trabajo de mejora de métodos de reinserción, pues hoy en día el 47% de los internos de cárceles españolas vuelve a prisión tras salir por cometer un nuevo delito.

Como ejemplo representativo de una prisión situada en la Comunidad de Madrid se ha escogido un centro penitenciario situado en Alcalá de Henares.


El centro penitenciario Alcalá Meco para mujeres es una de las prisiones más antiguas de la Comunidad de Madrid. En sus principios estuvo destinado a jóvenes con problemas de drogadicción, pero con el paso de los años ha pasado a albergar mujeres en prisión preventiva y penal. Fue inaugurado en el año 1978, y actualmente cuenta con más de 700 internas que se reparten en las más de 400 celdas que componen su interior. En esta prisión, el 65% de las internas son extranjeras y el 35% españolas. La mayoría de ellas cometieron delito de posesión, tráfico de drogas o robo.

En esta cárcel se trata la prisión desde una perspectiva de absoluta formación académica y laboral, pues según afirmó en una conferencia dirigida a alumnos universitarios de Periodismo y Comunicación Audiovisual el director de Instituciones Penitenciarias en Alcalá Meco, Jesús Moreno, la vida en la cárcel está muy alejada de lo que aparece en las series y películas. Las presas españolas no visten monos naranjas ni planean fugas cada día, sino que la vida en la cárcel se basa en una rutina donde las presas van a sus áreas de trabajo o bien a clases de formación de Secundaria, Bachillerato o de formación Universitaria; y además realizan actividades culturales o deportivas.

Él mismo afirmó que en los últimos años los delitos contra las personas están ascendiendo a grandes pasos, y que por este motivo cree en la necesidad de dotar a las personas que viven exentas de libertad de unos derechos especiales que les permita modificar los rasgos y las causas que llevan a estas personas a delinquir, y a su vez conseguir una reinserción social de estas personas una vez cumplida su pena.

La cárcel cuenta con diferentes talleres y cursos, donde las presas desempeñan distintas actividades, como la pintura, la peluquería, la cerámica, clases de gimnasia y las manualidades. También cuenta con un grupo de teatro llamado las Yeses, uno de los más representativos de las prisiones españolas.


Entre sus actividades se encuentra la de ir a clase diariamente. La única diferencia entre ir al instituto e ir a dar clases en la cárcel es que mientras cualquier alumno de un instituto de Madrid está deseando que finalicen las clases para poder tener tiempo libre, para los presos la finalización de las aulas significa volver a su celda y el fin de su “evasión” diaria que les ayuda a salir de la rutina. Toda persona encerrada y privada de su libertad ansía salir, volver a ser libre… y como esto no es posible busca caminos de evasión. Estudiar es para ellos una buena vía de escape.

La escuela de esta prisión se ha adaptado en su formación al modelo de los centros de Educación Permanente (antiguos centros de adultos). En cada prisión existe un Centro de Educación Permanente que funciona como escuela de la cárcel. Están atendidas por maestros que llevan a cabo dos tipos de enseñanzas: la enseñanza formal y reglada y la no formal, que es un apoyo a la formación.

En la enseñanza reglada se ofrece una educación básica, para que los presos analfabetos se desarrollen hasta el nivel de Secundaria.
Esta abarca todos los niveles, desde alfabetización, donde presos analfabetos pueden aprender a leer y a escribir; el siguiente nivel que correspondería a la consolidación de conocimientos básicos, y el último nivel que correspondería a tercero y cuarto de la ESO. En la cárcel tienen todo el material y el temario que necesitan para prepararse, y al finalizar los estudios de una etapa realizan una prueba escrita de nivel. Si la institución donde están presos no tiene Bachillerato siempre pueden realizarlo a distancia o en modalidad semipresencial si se matriculan en un centro externo.

Además de esto, existen planes educativos de apoyo, como la ayuda a la obtención de la titulación básica y los exámenes de acceso a estudios universitarios y de formación profesional.

Otro tipo de planes se centran en la obtención o el desarrollo de las competencias básicas como la informática, los idiomas, la cultura emprendedora, conservación del medioambiente, llevar hábitos de vida saludable como una buena alimentación y una vida físicamente activa... Estos planes reciben el nombre de Ciudadanía activa.

La mayoría de presos son personas que necesitan una formación básica sólida porque carecen de ella. Son personas que han tenido poco acceso a la educación, que la han abandonado en edades tempranas o que provienen de un estrato social que no les ha permitido un acceso a la educación. Además, suelen estar sujetos a situaciones que no aportan una facilidad a la hora de evolucionar en el estudio, como pueden ser los traslados, los permisos, las salidas, los juicios…

La última cuestión, y no por ello menos importante, es la de ¿cómo es ser profesor en una institución penitenciaria? Para ello qué mejor que escuchar la opinión de alguien que ha ejercido como profesor en una cárcel. Os dejo a continuación el enlace por si os pica la curiosidad.

En mi opinión tiene su parte buena, y es que si eres profesor en una institución penitenciaria te evitas lo peor de ser profesor en un instituto, que es la polémica con los padres de los alumnos ;)



2 comentarios:

  1. Muy buen post Ana felicidades. ¿Sabéis que se puede hacer voluntariado en Cárceles en España? La ONG solidarios de la Complutense tiene un programa así. Yo los conozco desde hace mucho años y hacen un trabajo fantástico. Hace poco llevaron a Vargas Llosa a la cárcel http://www.lavanguardia.com/local/madrid/20180203/44509990429/vargas-llosa-habla-de-literatura-ante-200-internos-de-la-carcel-de-valdemoro.html pero el Aula de Cultura es mucho más, es sobre todo contacto de los presos con los voluntarios. Un día de estos tenemos que hablar del voluntariado como desarrollador de competencias...

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  2. Enhorabuena por tu post Ana. La verdad que estaba bastante desinformada sobre este tema y ha sido un gustazo leer una síntesis tan buena para empezar a aprender sobre ello. Me han alarmado seriamente las cifras sobre reincidencia en España y me parece que efectivamente hay un gran margen de mejora en este sentido. Sin duda, la educación o reeducación es fundamental para reducir esas cifras y se ha de trabajar muy duro para conseguirlo. No se si la formación del profesorado de las instituciones penitenciarias es la misma que la de cualquier otro docente,pero veo imprescindible al menos la estrecha colaboración de docentes junto con trabajadores e integradores sociales así como de otros profesionales que ayuden al profesor a manejar este tipo de grupos sociales.

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