martes, 20 de febrero de 2018

Huertos educativos




Huertos Educativos


Una de las modas que han llegado con más fuerza a nuestras ciudades en los últimos tiempos han sido los huertos urbanos. Estos suelen ocupar parcelas en el centro de las ciudades, azoteas de edificios y  espacios generosos en centros okupados y autogestionados. El fin de los mismos es generar espacios verdes en la ciudad, intentar consumir productos de temporada y de proximidad, “hacer barrio”, pues suelen ser huertos públicos y gestionados en comunidad,  y por qué no, desestresarse del ajetreo constante de la ciudad mediante trabajos manuales y tradicionales.

En el último año he podido ver de primera mano cómo este tipo de actividades se han trasladado a los centros educativos tanto públicos como privados, no solo de la Comunidad de Madrid, sino de toda España. Los alumnos, bajo la atenta supervisión de profesores u organizaciones que ofrecen estos servicios aprenden a preparar y labrar la tierra, a plantar y a cuidar el huerto y a la recolecta de los productos de la siembra.

Generalmente, en este tipo de proyectos, cada curso se dedica a un tipo de cultivo, controla sus condiciones de siembra, crecimiento y por último de su recolección. Con esto se consigue que los educandos se encuentren en un mayor contacto con la naturaleza, algo tan difícil de conseguir en el caos de las ciudades. Además, el trabajo se realiza de manera totalmente cooperativa, con lo que se consigue que el alumnado desarrolle un sentimiento de pertenencia a un grupo y que este desarrolle un sentido de responsabilidad ya que su cultivo depende de ello. Así, los alumnos y alumnas, pueden comprobar lo que pueden conseguir juntos, aprendiendo a buscar el bien común.

Productos de la huerta recolectados por alumnos del CEIP Luis Cernuda de Madrid
 
Otra de las consecuencias directas de estos huertos, sin entrar aún en los conocimientos académicos que ponen en práctica o que aprenden durante la labranza del huerto, es el reconocimiento por el olvidado oficio del agricultor y el respeto al medio ambiente como fuente de vida. Esto podría parecer menor, pero en una sociedad como la que tenemos, donde parece que las cosas salen del supermercado, todas impolutas e iguales, es fundamental que todas las personas, no solo el alumnado, descubran el esfuerzo y la belleza de estas profesiones. Quizás así, tomaríamos conciencia de lo que cuesta producir los alimentos y reclamaríamos precios más justos para los agricultores y ganaderos que los que les ofrecen las grandes superficies, contribuyendo de esta manera a un mejor bienestar para la sociedad en su conjunto y para el denostado e imprescindible mundo rural en particular.

Alumnas y alumnos de un centro escolar trabajando en el huerto
En lo que al desarrollo de competencias y contenidos académicos se refiere, los huertos urbanos implementados en colegios e institutos tienen una relación directa con la adquisición de las mismas. Los alumnos comienzan a conocer distintas especies vegetales, distintos sustratos y propiedades de los mismos. Así descubren que son los tubérculos, las legumbres, las plantas frutales o las verduras. Descubrir que una berenjena es un fruto que crece de las plantas y una patata una raíz aportan conocimientos valiosos para la vida. Aunque me cueste reconocerlo, yo mismo descubrí hace bien poco la diferencia entre fruta y verdura, y estoy seguro de que a día de hoy muchísima gente sigue sin saberla.

El huerto además puede constituir un buen punto de partida para desarrollar hábitos de alimentación saludable en el alumnado. Conocer las características de los alimentos y su contribución a nuestra dieta es algo indispensable para nuestra salud y puede contribuir notablemente a disminuir la obesidad infantil, la cual aumenta cada día más en nuestra sociedad. Poner en valor las bondades de una alimentación basada en los productos frescos y naturales en contraposición con los productos procesados y las nefastas consecuencias que tiene el azúcar y la ingente variedad de refrescos que contiene altas cantidades del mismo contribuirá de manera directa a reducir su consumo, a disminuir las enfermedades ligadas a su consumo y lograr así un mayor bienestar para la sociedad en su conjunto. 

Lo cierto es que el abanico de posibilidades que ofrece el huerto parece no tener fin, al igual que los conocimientos y aplicaciones en el mundo educativo. Aun qué parezca mentira, el huerto permite incluso mostrar y poner en práctica el método científico, la investigación, el diseño y desarrollo de experimentos varios y la obtención de conclusiones objetivas. Entre los distintos experimentos que conozco se desarrollan en algunos huertos educativos, merece la pena destacar, desde mi punto de vista, la importancia que tienen los distintos sustratos, cada uno con su composición química en el crecimiento de la planta y en las características del fruto o verdura que obtengamos de él. También se puede evaluar cómo afectan distintas condiciones de luz, humedad o disposición espacial al crecimiento de la planta. Esto supone llevar a cabo el desarrollo del método científico de manera directa, clara y visual, mediante un trabajo desarrollado íntegramente por los alumnos en un espacio temporal amplio y en un proyecto que consideran como suyo propio. ¿Existe mejor manera de polinizar la semillita de la ciencia que todos llevamos dentro?

Pero no solo la ciencia es posible desarrollar mediante estos huertos ecológicos. Existen multitud de posibilidades, desde el comercio y marketing hasta el reciclaje. Entre otras actividades se pueden desarrollar negocios por clases donde cada grupo comercie con los productos que ha producido, establezca precios justos en función del esfuerzo, lleve a cabo campañas de marketing y venda o intercambie los productos que ha producido. En la mayor parte de los colegios donde conozco que se han implantado estos huertos educativos después de cada temporada de recolecta (normalmente entre 2 y 3 por curso), se organizan ferias en las que intervienen padres y profesores, en las cuales se exponen y venden los productos de la huerta producidos por los alumnos. Esto permite dos cosas, la primera que el alumnado pueda mostrar a sus familiares el huerto, explicar el funcionamiento del mismo y el fruto de su trabajo, con la consiguiente satisfacción para padres y educandos y la segunda, recaudar dinero para el mantenimiento del huerto. Algunos de los huertos que se encuentran en funcionamiento ahora mismo llegan a cubrir entre el 80 y 90 por ciento de los gastos de operación gracias a este tipo de ferias. 

En lo que al reciclaje se refiere el huerto es el lugar perfecto para dar una segunda vida a multitud de residuos que de otra manera se tirarían sin dudar. Quién tenga pueblo sabrá que allí no se tira nada, todo es susceptible de ser utilizado varias veces y cualquier residuo tiene una utilidad secundaria fuera de duda. Entre las actividades de reciclaje que se pueden llevar a cabo encontramos la reutilización de materiales diversos, desde plásticos hasta maderas, para desarrollar maceteros o sistemas de regadío diversos. En general, si se desconoce la procedencia del material utilizado y del tratamiento al que ha sido sometido es mejor no consumir los frutos o verduras que en ellos se generen, pero son muy recomendables y vistosos para la siembra de plantas ornamentales que puedan bien adornar el huerto o incluso ser vendidas en las ferias anteriormente comentadas. 


Maceteros con Palets reciclados
                     


Maceteros con botellas de plástico recicladas

Como habeis podido comprobar a lo largo de esta publicación los huertos urbanos ofrecen multitud de oportunidades para la estimulación y desarrollo del alumnado y cada día que pasa escucho de nuevas iniciativas que resultan atractivas y prometedoras. Entre las últimas que han llegado a mis oidos se encuentran la posibilidad de añadir etiquetas con Códigos QR que al escanearlas con el teléfono móvil proporcionen informacion sobre la planta en cuestión o la inclusión de animales de granja (quizás es algo más propicio para centros educativos que se encuentren en pueblo y no tanto para las grandes urbes) que sirvan para generar materia orgánica para el huerto, como cabras o gallinas, de las cuales además se podrán obtener otros productos como huevos o leche.

Si queréis más información al respecto o estáis pensando que os gustaría implantar este tipo de instalaciones en el futuro podéis hacerlo por vuestra cuenta o con ayuda de algunas empresas que se dedican a ello. Os dejo aquí algunos links que pueden ser de vuestro interés.

http://huertoseducativos.org/

http://germinando.es/

https://lahuertoteca.es/huertos-para-colegios

Además, en caso de necesitar financiación para poner en marcha el proyecto, existen entidades, como la Fundación Triodos, dependiente del banco "ético" Triodos Bank, que tienen campaña de financiación de los mismos a través de campañas de crowfunding.

https://www.fundaciontriodos.es/es/triodos/actividades/huertos-educativos/

Existen multitud de otras buenas iniciativas y puntos de información sobre los huertos ecológicos y creo honestamente que estos representan una genial oportunidad para conseguir una mejor educación para nuestros alumnos. Es cuestión de hacer crecer la semillita.






1 comentario:

  1. Un post muy interesante. Efectivamente, los beneficios de tener un huerto ecológico en el centro son enormes como bien ha señalado mi compañero Jorge Soria. También creo que habría que debatir sobre el uso de transgénicos en la producción a gran escala de alimentos y alternativas posibles a esta tendencia que estamos viendo en la actualidad, para así fomentar además el pensamiento crítico.

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