¿Qué es la inteligencia emocional?
El término inteligencia emocional fue acuñado por los psicólogos Salovey y Mayer en 1990, quienes lo definieron como “la habilidad para percibir con precisión, valorar y expresar emoción; la habilidad de acceder y/o generar sentimientos cuando facilitan pensamientos; la habilidad de comprender la emoción y el conocimiento emocional; y la habilidad para regular las emociones para promover crecimiento emocional e intelectual”.
Es decir, la habilidad para manejar los sentimientos y emociones, discriminar entre ellos y utilizar estos conocimientos para dirigir los propios pensamientos y acciones. El término se popularizó en 1995 con la publicación del libro de Daniel Goleman, que constituyó un éxito de ventas. Actualmente, la inteligencia emocional se aplica en el campo organizacional aplicado a la empresa, en el voluntariado y más recientemente, en la educación.
En el ámbito de la educación, no se ha considerado la aplicación de la inteligencia emocional hasta finales del S. XX.
En España, uno de los pioneros en estudiar la inteligencia emocional es el GROP (Grupo de Investigación en Orientación Psicopedagógica), creado en 1997 en la Facultad de Pedagogía de la Universidad de Barcelona y dirigido por en una primera etapa por su fundador el Dr. Rafael Bisquerra Alzina, uno de los referentes de la educación emocional en España. Además de formación específica en esta materia, el GROP celebra anualmente unas jornadas y curiosamente, este año el tema de las mismas es: ‘La educación emocional en el centro del cambio educativo’. Os aconsejo echar un vistazo al programa.
Es este campo, el de la educación, en el que quiero centrar este post. Os mostraré más adelante cómo se está trabajando la educación emocional en un centro mediante algunos ejemplos.
Punto de partida: las emociones
Pero para entender de qué estamos hablando, primero vamos a comprender qué son las emociones. Las emociones son "reacciones subjetivas que sirven para actuar ante determinados estímulos, como una forma de reacción que nos ayuda a protegernos". Por ejemplo, emociones como el miedo nos permiten huir de situaciones peligrosas, el enfado o la ira afrontarlas y ponerles freno, la alegría o el amor establecer lazos con aquellas personas que constituyen nuestro círculo más cercano y que nos dotan de un núcleo protector… Son reacciones primitivas, no racionales, que nos ayudan a sobrevivir.
Estas emociones, que tan útiles son en determinadas situaciones cotidianas, pueden ser también perjudiciales en según qué momento, ya que pueden llegar a condicionar no solo nuestros actos, sino también nuestros pensamientos. ¿Pensamos del mismo modo cuando estamos tristes que cuando estamos alegres? ¿Son razonables los pensamientos que tenemos cuando estamos enfadados? El convencimiento de que las emociones afectan a todos los ámbitos de nuestra inteligencia, ha llevado al estudio de este componente fundamental de la inteligencia humana: la Inteligencia Emocional.
La Inteligencia Emocional es nuestra forma de relacionarnos con el mundo y de afrontar las circunstancias que se nos presentan en el día a día. Tiene muy en cuenta los sentimientos, y abarca habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, la empatía, el entusiasmo, la perseverancia, etc. Estas habilidades configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, imprescindibles para una buena y creativa adaptación social.
Aprovechar la Inteligencia Emocional no implica estar siempre contento o evitar las perturbaciones, sino mantener el equilibrio: saber atravesar los malos momentos, reconocer y aceptar los propios sentimientos y salir airoso/a de esas situaciones sin dañarse ni dañar a los/as demás.
Si lo relacionamos con el concepto de Cociente Intelectual, varios estudios realizados para comprobar la importancia de la inteligencia emocional demuestran que solo el 20% del éxito que se obtiene en los diversos ámbitos de la vida, están directamente relacionadas con el coeficiente intelectual (CI) de la persona. Curiosamente, la inmensa mayoría de los/as intelectualmente mejor dotados/as, terminan trabajando bajo las órdenes de personas de un CI inferior, y no sólo en el área laboral, sino en todas las facetas de la vida personal: pareja, familia, relaciones, etc.
La inteligencia emocional se desarrolla en cinco competencias determinantes:
Trabajar estas competencias con los niños y los jóvenes, puede traer muchos beneficios que a priori se pueden aplicar al trabajo escolar y a futuro: mejora de la comunicación y las relaciones personales, mayor bienestar personal, aumento de la motivación que lleva a una mayor implicación en las responsabilidades.
Estas emociones, que tan útiles son en determinadas situaciones cotidianas, pueden ser también perjudiciales en según qué momento, ya que pueden llegar a condicionar no solo nuestros actos, sino también nuestros pensamientos. ¿Pensamos del mismo modo cuando estamos tristes que cuando estamos alegres? ¿Son razonables los pensamientos que tenemos cuando estamos enfadados? El convencimiento de que las emociones afectan a todos los ámbitos de nuestra inteligencia, ha llevado al estudio de este componente fundamental de la inteligencia humana: la Inteligencia Emocional.
La Inteligencia Emocional es nuestra forma de relacionarnos con el mundo y de afrontar las circunstancias que se nos presentan en el día a día. Tiene muy en cuenta los sentimientos, y abarca habilidades tales como el control de los impulsos, la autoconciencia, la motivación, la empatía, el entusiasmo, la perseverancia, etc. Estas habilidades configuran rasgos de carácter como la autodisciplina, la compasión o el altruismo, imprescindibles para una buena y creativa adaptación social.
Aprovechar la Inteligencia Emocional no implica estar siempre contento o evitar las perturbaciones, sino mantener el equilibrio: saber atravesar los malos momentos, reconocer y aceptar los propios sentimientos y salir airoso/a de esas situaciones sin dañarse ni dañar a los/as demás.
Si lo relacionamos con el concepto de Cociente Intelectual, varios estudios realizados para comprobar la importancia de la inteligencia emocional demuestran que solo el 20% del éxito que se obtiene en los diversos ámbitos de la vida, están directamente relacionadas con el coeficiente intelectual (CI) de la persona. Curiosamente, la inmensa mayoría de los/as intelectualmente mejor dotados/as, terminan trabajando bajo las órdenes de personas de un CI inferior, y no sólo en el área laboral, sino en todas las facetas de la vida personal: pareja, familia, relaciones, etc.
La inteligencia emocional se desarrolla en cinco competencias determinantes:
Competencias personales
|
|
Conciencia
emocional
|
Ser consciente de uno mismo y, sobre todo,
conocer el propio sentimiento de vida.
|
Autocontrol o
regulación de las emociones
|
La capacidad para saber manejar los propios
sentimientos, los estados de ánimo, sabiendo afrontar las situaciones de
riesgo y pudiendo recuperarse rápidamente de los sentimientos negativos.
|
Motivación
|
Ser aplicado, constante, perseverante, tener
resistencia ante las frustraciones.
|
Competencias sociales
|
|
Empatía
|
Capacidad de ponerse en el lugar de la otra
persona, pudiendo comprender las emociones de los demás y entendiendo lo que
las otras personas sienten.
|
Habilidad
social
|
Entenderse con los demás, no ser un mero
observador de los otros sino hacer algo en común con ellos, pertenecer al
grupo.
|
Experiencias en los centros
En mi caso, tras buscar información de primer mano en centros de secundaria cercanos, no encontré ninguno en el que se trabajara la educación emocional, por eso voy a contaros una experiencia en educación emocional que he tenido la oportunidad de conocer de primera mano en el Colegio Público San Sebastián, de Meco (Madrid).
En esta escuela se lleva a cabo desde 2015 un Programa de Convivencia que surgió de la iniciativa del claustro de profesores impulsados por el empeño y la ilusión de una de ellas, Pilar Pérez Parejo, maestra de infantil, coach y Coordinadora de Convivencia del centro. Pilar se formó por su cuenta en esto del coaching y las inteligencias múltiples y se dio cuenta de que era directamente aplicable al día a día de la escuela.
El objetivo del programa es ambicioso: generar un sistema de convivencia positiva que se extienda a todos los ámbitos de vida del alumno, más allá de la escuela, aprovechando además el tamaño del pueblo (13.000 habitantes). Si se empieza trabajando con los más pequeños, éstos serán los adolescentes de mañana y los adultos del futuro. Por el momento, ya se está trabajando con los alumnos y profesores del otro colegio público de Meco, y aunque se está intentando, aún no se ha logrado ‘enganchar’ a los docentes del instituto. Aunque Pilar es optimista: “la idea es que iniciativas asentadas como los ‘Ojos de águila’ (lo veremos más adelante) que hacen los niños de 6º de primaria, tengan continuidad en el instituto”.
El Plan de convivencia comenzó con un Plan de prevención del acoso, mediante talleres con los alumnos, obras de teatro, y charlas con las familias, que se desarrollaron a lo largo del curso 2015-2016.
Estas son las actividades concretas de educación emocional/coaching que desarrollan:
-Plan de Convivencia Positiva. Consistente en generar un entorno de protección, cuidado, apoyo y ayuda mutua entre todos los miembros de la escuela, tanto docentes, como alumnos, personal de comedor y resto de personal de la escuela. El objetivo del plan, explica Pilar, es “hacer alumnos competentes emocionalmente, educar desde el ser, no el hacer, o el tener, sino el individuo. Convivir de una manera en la que todos tengamos la posibilidad de crecer”.
Este Plan de Convivencia incluye formación a profesores y padres, en los que se trabajan temas como la autoestima, el apego, y la resolución de conflictos.
En el caso de los profesores, realizan un seminario de convivencia positiva con el objetivo de que mejoren sus competencias personales, una vez cada tres semanas aproximadamente, en el que se tratan temas de resolución de conflictos, competencias emocionales, y diversidad (cognitiva, sexual…).
Pilar está viendo un gran cambio este año en los profesores, gracias a los seminarios: “los cambios que se están produciendo en determinadas personas, en determinadas miradas, son muy grandes”.
Rueda de la vida en la agenda escolar |
-La rueda de la vida: es un gráfico que este año tienen todos los alumnos en la agenda. Se trata de una herramienta que sirve para tomar conciencia del momento actual de cada niño. Al principio de curso, en septiembre, revisan cómo está su vida: a nivel de salud, familiar, amigos, colegio… Lo apuntan en el gráfico y deciden qué quieren cambiar, y también lo apuntan en la rueda.
Es una forma de hacerles reflexionar y darles la oportunidad consciente de tomar las riendas de su vida. Se debería revisar una vez al trimestre y al finalizar el curso hacen balance. Es un proceso que depende mucho, eso sí, del seguimiento de cada profesor, de lo involucrado que esté. Con esta herramienta, se trabajan las competencias de inteligencia emocional relacionadas con las habilidades de vida y de bienestar.
Yo te abrocho, tú me abrochas. |
Esta figura cumple una doble misión: a los niños proactivos les ayuda a desarrollar esta habilidad, y a los que tienen la autoestima más baja, les empodera ayudando a los demás, ofreciéndoles la posibilidad de desarrollar un rol que les ayuda a subir su autoestima. La coordinadora de convivencia les forma en un taller en las habilidades de escucha activa, empatía y cómo hacer preguntas.
En la resolución diaria de conflictos, hay un protocolo que se sigue en todo el colegio. Se lleva a los niños a un rincón de la paz (hay uno en cada aula y también en el patio), se les tranquiliza mirándose a los ojos, y se preguntan: ¿qué ha pasado?, ¿cómo te sientes?, ¿qué necesitas?, y le piden al otro algo que quieren que no vuelva a pasar para resolver el problema.
¿Hay resultados?
Aunque no se ha medido estadísticamente, Pilar me cuenta que “sí se ha notado a nivel de observación que la convivencia en el colegio ha mejorado mucho y lleva una trayectoria de asentarse para quedarse. Es cierto también que la metodología de trabajo en grupos cooperativos que se sigue en la escuela ayuda mucho porque se trabaja la interdependencia positiva, y la gestión de conflictos, que surgen si hay entornos seguros, así que es buena señal el que aparezcan, y nos da la oportunidad de aprender a gestionarlos, porque del conflicto de aprende”.
¿Qué dificultades hay para trabajar la educación emocional?
La conclusión es que cuando se trata de poner en marcha estos proyectos en los centros, el currículum pesa, no siempre hay tiempo para realizar todas las actividades que se proponen, y esto genera reticencias en algunos profesores por el conflicto de tiempos.
Por otro lado, en primaria no hay un orientador permanente, solo una psicóloga que acude un día en semana a la escuela y puede hacer poco. En este colegio se han ‘inventado’ la figura del coordinador de convivencia, que es la que desarrolla todas estas iniciativas, pero lo habitual es que esto no exista.
Aunque en secundaria sí existe esta figura del orientador/a, no se percibe mucho interés en el ámbito docente ni en la dirección de los centros, en general, en poner en marcha estas iniciativas. Es posible que la elevada carga de contenidos curriculares de la ESO y sobre todo de Bachillerato deje poco tiempo para organizar sesiones y talleres con los alumnos, pero tampoco parece que se haya llevado a cabo la reflexión a nivel de claustro de los beneficios que podrían obtenerse con la gestión emocional en los alumnos, beneficios que les acompañarían también en la edad adulta.
¿Hay resultados?
Aunque no se ha medido estadísticamente, Pilar me cuenta que “sí se ha notado a nivel de observación que la convivencia en el colegio ha mejorado mucho y lleva una trayectoria de asentarse para quedarse. Es cierto también que la metodología de trabajo en grupos cooperativos que se sigue en la escuela ayuda mucho porque se trabaja la interdependencia positiva, y la gestión de conflictos, que surgen si hay entornos seguros, así que es buena señal el que aparezcan, y nos da la oportunidad de aprender a gestionarlos, porque del conflicto de aprende”.
¿Qué dificultades hay para trabajar la educación emocional?
La conclusión es que cuando se trata de poner en marcha estos proyectos en los centros, el currículum pesa, no siempre hay tiempo para realizar todas las actividades que se proponen, y esto genera reticencias en algunos profesores por el conflicto de tiempos.
Por otro lado, en primaria no hay un orientador permanente, solo una psicóloga que acude un día en semana a la escuela y puede hacer poco. En este colegio se han ‘inventado’ la figura del coordinador de convivencia, que es la que desarrolla todas estas iniciativas, pero lo habitual es que esto no exista.
Aunque en secundaria sí existe esta figura del orientador/a, no se percibe mucho interés en el ámbito docente ni en la dirección de los centros, en general, en poner en marcha estas iniciativas. Es posible que la elevada carga de contenidos curriculares de la ESO y sobre todo de Bachillerato deje poco tiempo para organizar sesiones y talleres con los alumnos, pero tampoco parece que se haya llevado a cabo la reflexión a nivel de claustro de los beneficios que podrían obtenerse con la gestión emocional en los alumnos, beneficios que les acompañarían también en la edad adulta.
Mónica me ha encantado tu post. Estaría genial que esta iniciativa que nos cuentas se pusiera en práctica en más centros educativos y ya de paso, que bonito sería encontrarse más ojos de halcón, corazón de elefante en la vida. Como bien indicas, ¿de qué sirve el cociente intelectual si no sabemos convivir y relacionarnos? Yo creo que no hace falta crear nada complejo para trabajar la inteligencia emocional. Nosotros, futuros profesores, podemos hacer pequeños gestos para trabajar la parte emocional, que en muchas ocasiones, delimita el desarrollo intelectual. Muchas gracias por mostrarnos este trabajo y enhorabuena por tu post.¡Un abrazo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Gema, ojalá entre todos lo consigamos!
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMónica me ha gustado mucho tu post. Ahora ya entiendo que es la inteligencia emocional y como la podríamos trabajar. Mas que podríamos, deberíamos incluirla en todas las escuelas ya que es un recurso más que podemos utilizar en el ámbito educativo. Con el que los alumnos, en el día de mañana van a saber mucho mejor como desenvolverse ante diferentes situaciones. En mi opinión, el tema de relacionar diferentes aspectos educativos con el CI (Coeficiente Intelectual) se debería radicar desde ya!!!, ya que no representa nada, solo la cantidad de conocimientos que ha adquirido una persona, pero no lo más importante, el ver como dicha persona es capaz de utilizar y combinar todos esos conocimientos para llegar al objetivo deseado.
ResponderEliminarEnhorabuena compañera!!
Es un post muy interesante, Mónica, sobre todo la experiencia que cuentas. Creo que es inspirador el caso de Pilar Pérez Parejo, que se ha lanzado a ponerlo en marcha.
ResponderEliminarOtra forma de trabajar la inteligencia emocional es a través de los cuentos. Es útil con niños de primaria. A través de la identificación con distintos personajes los niños pueden ir tomando conciencia de sus sentimientos y aprender a verbalizarlos.
¡Gracias por tu trabajo!
Muy buen post Mónica, es un perfecto resumen de la clase de hoy. Estaría interesante verlo adaptado en la ESO, creo que muchos problemas que se dan en el aula se solucionarían mucho más rápido si nos mirásemos más a los ojos!
ResponderEliminar