viernes, 23 de febrero de 2018

El fomento del aprendizaje cooperativo en Educación Secundaria, Educación Física. Buenas prácticas

El fomento del aprendizaje cooperativo en Educación Secundaria, Educación Física. Buenas prácticas

Constantemente hemos escuchado decir que la educación física cumplía las condiciones perfectas para trabajar la educación en valores y en muchos casos, esto conlleva una metodología cooperativa. El problema se presenta cuando confundimos aprendizaje cooperativo con trabajo en grupos, es importante clarificar que todo trabajo cooperativo es grupal, pero que no todo el que se realiza en grupos es cooperativo.

Podríamos definir el aprendizaje cooperativo como aquel proceso en el que un alumno necesita de otros y viceversa para poder alcanzar sus objetivos, es el trabajo en equipo por un bien común. En esta metodología el alumno es protagonista del proceso de aprendizaje pero también del proceso de enseñanza, ya que en cada grupo, los alumnos, además de mejorar su propio aprendizaje, deben mejorar el de los demás componentes.

Siempre hemos escuchado que la competitividad nos hace mejorar y que, por lo tanto, aumenta nuestro rendimiento. Aunque el objetivo principal de la educación física no es el rendimiento deportivo (entendiendo éste como la consecución de victorias o éxitos competitivos), sí es cierto que necesitamos producir un “rendimiento” óptimo en el alumno que garantice el adecuado desarrollo de la competencia motriz en relación con la edad.

La gran diferencia de niveles motrices y de condición física que nos encontramos en las clases, debido a muchos factores que todos conocemos (de los que los propios sistemas educativos tienen mucha responsabilidad), consigue que los alumnos con menos experiencias motrices, habilidades o condición física se desmotiven con la asignatura, lo que nos obliga a hacer grandes esfuerzos para motivarles, desatendiendo en ocasiones las necesidades de los otros. Estos aspectos provocan un desánimo en el alumnado que no consigue llegar a unos mínimos, aceptando un rol marginal en el ámbito motriz, suponiendo el distanciamiento con el grupo, una disminución de la autoestima y una falta de experiencia motriz.

Distintos autores coinciden en que para utilizar la metodología cooperativa debemos tener en cuenta una serie de características o componentes básicos que deben estar presentes en el proceso para la consecución de los objetivos (Jonson, 1999a y 1999b).

1. INTERDEPENDENCIA POSITIVA: es aquella donde el esfuerzo de cada uno de los integrantes resulta indispensable para el éxito del grupo. Cada uno de los miembros del grupo debe ser consciente de la importancia de su aportación, es decir que la consecución del éxito del grupo es cosa de todos y cada uno de los componentes del grupo. La interdependencia positiva de objetivos asegura que el grupo esté unido en torno a un objetivo común.

El profesor debe tratar de conseguir esta interdependencia positiva a través de asignación de roles, estructuración de recompensas académicas de cada integrante de un grupo cuando todos hayan alcanzado el criterio, fomento del festejo mutuo, del sentido de pertenencia, etc.

2. RESPONSABILIDAD INDIVIDUAL: supone una interiorización de la importancia de la labor de cada uno en el resultado final. Es un compromiso con el grupo en el que asumimos nuestro trabajo como parte fundamental del proceso y en el que sin él no solo me perjudico a mí mismo sino al resto de compañeros.

3. INTERACCIÓN PROMOTORA: la interacción promotora existe cuando las personas estimulan y favorecen los esfuerzos del otro. Se deben buscar momentos de trabajo juntos y momentos de valoración de los resultados donde todos los miembros puedan festejar los éxitos. Es importante fomentar el ánimo y la motivación por el bien del compañero, y estimular el intercambio de recursos para la superación.

4. HABILIDADES DE INTERRELACIÓN: el grupo debe conocerse, respetarse y confiar en sí mismo como tal y como la suma de individuos. Se trata de desarrollar en los estudiantes habilidades de formación de grupos, de funcionamiento, donde ellos vean, participen y, por lo tanto, acepten unas normas básicas de trabajo en grupo. También resulta imprescindible el aspecto de las habilidades emocionales, tan importante cuando en un grupo se unen personalidades y roles muy distantes. Cuanto más trabajado y asimilado se encuentre este aspecto, más fácil será poder trabajar en el grupo.

En definitiva, las habilidades de interrelación permitirán gestionar sus propios conflictos de una manera constructiva.

5. PROCESAMIENTO GRUPAL O AUTOEVALUACIÓN. “No realices nada que no puedas evaluar”, los alumnos deben ser capaces de reflexionar y valorar las actividades realizadas, sus comportamientos y consecuencias, esto les permitirá ser más eficaces y corregir o mejorar lo realizado.

En mi opinión, desde la experiencia personal que he tenido, tanto de alumno como de profesor-entrenador, es que la actividad física y en concreto, la asignatura de Educación Física, es un espacio ideal para poder fomentar el trabajo cooperativo. En la Educación Física, se dan muchos contenidos en los que el objetivo del propio juego o deporte es comunitario, en el que varias personas tienen que trabajar en conjunto para poder alcanzar el objetivo marcado. Tener un objetivo en común no significa que para alcanzarlo siempre se esté trabajando de forma cooperativa, es más, hay muchas veces que, por ejemplo, en deportes colectivos en los que se forman equipos, cada uno de sus componentes no tiene igual de claro este aspecto cooperativo y sólo piensa en él o no sabe directamente trabajar en equipo.

He visto estas situaciones sobre todo cuando hay uno o varios en el equipo en el que, normalmente, tienen mayor nivel físico o técnico y están centrados única y exclusivamente en la competición. Con esto no digo que la competición sea mala, es más, creo que es necesario para la evolución y motivación de los alumnos, pero no orientada como una meta, si no que quieran competir pensando en el camino, sabiendo que hay muchas más cosas que trabajamos en las clases de Educación Física que ganar, como los valores que tiene intrínsecos el deporte, la interacción social, el esfuerzo individual y colectivo, etc. A través del trabajo cooperativo también se puede competir y además trabajar otros contenidos.

Creo que el papel del profesor para que se desarrolle esta metodología correctamente es fundamental. En un principio tiene que dejar claro las formas de trabajo y las estrategias para que el alumnado sepa cómo deben de trabajar. No se trata de marcarles un objetivo en común y que realicen la actividad como puedan. Esto lo he visto en muchos casos. El entendimiento de este tipo de metodología e interiorización de cómo se debe de desarrollar, favorecerá el buen funcionamiento del grupo. Es muy importante que el profesor les haga ver que trabajando en equipo pueden conseguir mayores objetivos además de desarrollar competencias en cada uno que les pueda servir en su día a día.

1 comentario:

  1. Me ha encantado que hables de la competición como parte del trabajo cooperativo. Me parece muy interesante que se reconozca la excelencia y se entienda que la competición es necesaria para mejorar, independientemente de que lo que se evalúe sea el camino para llegar a esos máximos que cada uno puede dar. Creo que sería igualmente interesante cruzar este artículo con el de las inteligencias múltiples, ya que en un trabajo cooperativo ideal, el mejor en educación física ayudaría a mejorar a sus compañeros, asumiendo que en otras materias él necesitaría ayuda. Creo que llevar esa cooperación a un momento "multidisciplinar" o transversal teniendo en cuenta las inteligencias múltiples y las capacidades de cada alumno de forma personalizada, es la clave del éxito para una educación personalizada y cooperativa.

    ResponderEliminar