lunes, 26 de febrero de 2018

El teatro en el aula

El origen del teatro se desplaza hasta el año 600 a.C, en las fiestas de Dionisio, dios del vino y la vegetación, en las cuales, un grupo de hombres se disfrazaban como sátiros –criaturas mitológicas: mitad hombre, mitad cabra-  y representaban historias. A su vez, el Ditirambo – coral lírico- cantaba el himno Dionisio acompañado por danzas.

Años después, hacia el 534 a. C., Tespis cambió drásticamente el Ditirambo y el teatro introduciendo elementos básicos como el prólogo, los discursos, máscaras, maquillaje y vestuario. Gracias a estas innovaciones, a Tespis se le conoce como el inventor de la tragedia porque marcó un énfasis trágico en los miembros del coro, a los cuales gradualmente convirtió en el primer actor de la obra, pues originariamente representaban participantes menos activos.


                     

A riesgo de parecer absurdo que, después de cerca de tres mil años de vigencia, alguien considere el Teatro como una innovación, máxime cuando en la mayoría de los centros de enseñanza se llevan a cabo dramatizaciones que dan prestigio. Es importante que el Teatro escolar no deba ser solamente el broche de oro con que termine el curso: puede y debe ser exprimido de tal manera que se convierta en el meollo de nuestro quehacer educativo.

En estos tiempos tan poco generosos, tan poco dialogantes, en los que el niño se siente solo, no ha de pedírsele que exprese exclusivamente su mundo interior, sino que escuche también. El gran problema de la sociedad en la que vivimos es que no sabemos escuchar. Tal vez hayamos generado esta sordera como refugio ante la invasión de mensajes que nos acosan continuamente. La actitud de nuestros escolares ha sufrido un acentuado viraje hacia horizontes hasta hace poco insospechados. El abuso de medios audiovisuales, si bien informa sus mentes con mucha facilidad, puede deformar su expresividad. El niño teleadicto de ahora no juega, no ríe, no compite con los demás: lo hace con y contra la máquina, contra el videojuego, contra el ordenador. Ha dejado de ser un emisor de emociones para convertirse en un mero receptor. Desgraciadamente, no de los conocimientos y las ideas naturales propias, sino de otras exteriores, inculcadas subliminal y programadas por personas que no pretenden educar en valores; solo contar lo que les es conveniente. En contraste, los niños nunca han estado mejores atendidos y más abandonados.



Entonces, la aplicación del teatro puede ofrecer un gran número de ventajas en los estudiantes que no sólo le ayuden en el ámbito escolar, si no, en el social también. Especialmente, en cuanto a la relación entre personas se refiere:

  1. Potencia las relaciones personales con sus compañeros y con los adultos, favoreciendo la formación integral del niño como ser social.

  1. Permite desarrollar las diferentes formas de expresión, desde el lenguaje hasta el movimiento corporal o la música. Además, se estimula el placer por la lectura y la expresión oral, perfeccionando la habilidad comunicativa de los más pequeños.

  1. Al perder el miedo a hablar en público, el teatro fomenta la confianza en uno mismo y aporta una mayor autonomía personal, ayudando a los más tímidos a superar sus miedos. Además, mediante la adopción de diferentes roles y personajes, el teatro es la mejor herramienta para que el niño pueda mostrar sus sentimientos e ideas, y haga público especialmente aquello que le cuesta verbalizar.

  1. Desarrolla la empatía, ya que enseña a los más pequeños a ponerse en el lugar de otras personas diferentes a ellos. Al ponerse en la piel de diversos personajes, los estudiantes pueden experimentar lo que se siente en situaciones que quizá no podrían haber vivenciado de otra forma.

Hacer del teatro un procedimiento transversal puede parecer difícil en un principio, pero es cuestión de asumirlo como una técnica pedagógica más. Complementando los libros de texto, las excursiones o los trabajos en grupo, las representaciones pueden convertirse en uno de los pilares de las clases

El teatro es un diálogo, un reto que estimula y transforma. Los alumnos, que no dejan de ser niños, lo necesitan para poder superar la superprotección familiar y la soledad producida por la exposición a los medios audiviovisuales con ordenadores y televisiones. Necesitan, además, superar problemas de confrontación social como la torpeza, pereza o inseguridad.

                             


Además, ¿quién no se ha emocionado nunca en el teatro cuando una obra le ha impactado de alguna manera? Todos - o casi todos- hemos pasado por ese momento en el que nos enfrentamos a algo personal y lo vemos reflejado en una obra -escrita o representada- que acaba haciéndonos reflexionar. 
Incluso, tomar decisiones. Nos abre la mente, el alma y los sentidos al mundo . 

No debemos olvidar que los alumnos sentados al día demasiadas horas. Las sillas son incómodas, demasiado estructuradas y les acaba favoreciendo a la pérdida de la concentración. Se ha demostrado en diferentes estudios, que las clases siguientes a Educación Física acaban desarrollándose más satisfactoriamente porque los alumnos han conseguido soltarse y despejarse lo suficiente como para tener la mente activa de nuevo. Es duro pasar tantas horas intentando centrarse en asignaturas que no a todo el mundo les motivan igual con métodos de enseñanza arcaicos. Por eso, el poder hacer clases  en las que los alumnos se muevan y se expresen hará que su mente esté más dispuesta a adquirir conocimientos nuevos y aplicarlos. Habrá días malos, en los que los alumnos puedan no tener ganar de trabajar por razones diversas pero, como actriz he aprendido a tener que trabajar con días buenos y, por supuesto también, con días malos. Porque los días no vienen como uno quiere, sino, como se dan. Está claro que uno hace de su día lo que le parece, depende de cómo se tome uno las cosas que se desarrollarán de una forma u otra, pero sentirse mal también es inevitable. Trabajar con este sentimiento también les ayudará a poder dosificarlo y lidiar con ello en su día a día. Es necesario, entonces, trabajar con la educación emocional con ellos. 


En resumen: el teatro puede ser una estrategia pedagógica motivadora y multidisciplinar, en la que todos los participantes han de ser protagonistas y autores flexibles y elásticos, valorando las opiniones de todos. Los alumnos acabarán conocimiento su propia voz y utilizar la palabra como el medio más noble de expresión, el uso de la expresión corporal y potenciar la lectura y corregir defectos de dicción. Por otro lado, por el hecho de enfrentarse a los problemas de los personajes, acaban aprendiendo a desarrollar la capacidad de enfrentarse a sus problemas en la vida fuera del aula. Por supuesto, no debemos olvidar que el uso de la imaginación hará que ésta se desarrolle notablemente. Ya sabemos lo mucho que podemos conseguir con una buena imaginación desarrollada…




Os dejo con este video de las famosas charlas TED que habla un poco de todo esto:


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