Cárcel, prisión e infinidad de sinónimos que cada
vez más a menudo se oyen en boca de estudiantes haciendo referencia a las
instituciones de enseñanza… jamás olvidaré los barrotes de mi colegio, sus
verjas altísimas, esa alambrada con la que si tonteabas para escapar te conducía
directamente hacia la antitetánica, o como a la Universidad Autónoma de Madrid
últimamente se llama en mis entornos UAMtánamo. Desgraciada o afortunadamente, este
post se va a centrar en la existencia de una educación que tiene lugar en los
centros penitenciarios. Después de haberme informado sobre el tema y aunque
sigo manteniendo que la educación contemplada de manera tradicional, tal y como
yo la recibí, genera sensación de barrera y cautiverio; ahora, me parecen
frívolas las referencias porque hay auténticas plataformas de enseñanza en
lugares de encierro real.
EL objetivo de la prisión en España es la reeducación
y reinserción social de estas personas. No tenemos ni pena de muerte ni cadena
perpetua por lo que está claro que estas personas saldrán de la cárcel algún
día, y la labor de ésta debería haber sido la de transformarlos en individuos
útiles y necesarios capaces de vivir y colaborar con la comunidad en la que se
integren. Obviamente, ocurre casi siempre que en papel todo queda mucho más
bonito y la realidad no es para
nada un camino de rosas. La estigmatización que sufre un ex presidiario en su vida
posterior al penal es indudable, la categorización general del preso y su peso
en la sociedad es la que es independientemente del delito cometido (también es
verdad que hay casos que se suelen considerarse como imperdonables o son más
conocidos, pero en general si alguien ha estado en la cárcel… la sociedad lo
prejuzga). Todas estas cosas son con las que pretende acabar la educación y no
sólo la penitenciaria. Aunque queda un larguísimo camino, se está tratando de
proporcionar cada vez más incentivos y facilidades a los internos para que puedan sacar el
máximo partido a sus circunstancias y que aprovechen la formación como una
ruptura con su rutina, además se elaboran planes de captación para aquellos
menos motivados.
Es lógico pensar que para formar
y educar a internos en la cárcel se necesitan no sólo a profesores, también a
un gran equipo de psicólogos, trabajadores sociales, terapeutas… ya que es
gente con un bagaje y una situación más complicada que la de cualquier alumno
libre y siguen teniendo intactos sus derechos básicos cómo la educación aunque
estén temporalmente recluidos. La formación educativa penitenciaria consta de
los siguientes apartados según el SGIP:
- § Programas de alfabetización para adultos.
- § Programas de consolidación de conocimientos.
- § Programas de educación secundaria para adultos.
- § Programas de alfabetización y castellano para extranjeros.
- § Bachillerato.
- § Ciclos Formativos de Grado Medio y Superior.
- § Escuela Oficial de Idiomas.
- § Actividades deportivas y socioculturales.
- § Talleres.
(También hay educación
universitaria tipo U.N.E.D.)
Sólo observando estos programas
podemos observar varias características de la educación penitenciaria:
- § Carácter integrador: favorece la integración de los presos en la sociedad vía educación, no sólo en al ámbito laboral, hoy por hoy el analfabetismo te hace ser un marginado. Además, ayuda a los presos extranjeros para que puedan ser miembros y participar de nuestra comunidad.
- § Carácter formativo laboral: prepara a los internos para una vida laboral, es decir, trata de alejarlos del delito mediante una educación focalizada hacia un trabajo u ocupación.
Los presos además pueden tener cierta
autonomía y poder en el control de su formación gracias a la presencia de
bibliotecas (ser un lugar de lectura, ofrecer servicio de préstamo de
libro, ser un centro de información, ser un espacio para actividades formativas
y de ocio, ser un núcleo cultural dentro del centro penitenciario),
al permiso de obtención de libros y periódicos del exterior (previamente
autorizados o aprobados por el establecimiento) y al uso de un ordenador personal
que no sólo les familiariza con las TIC’s y la sociedad contemporánea sino que
también les permite una sensación de libertad al ser capaces de elegir el
contenido con el que tratar (el ordenador es sólo para el ámbito académico).
Esta enseñanza también está
regulada por la misma legislación que controla a una institución educativa estándar,
es decir, está sometida a una ley general de educación de nivel estatal, luego
a las particularidades autonómicas y por último, a las del propio centro
penitenciario. Los profesores pueden impartir clases allí por oposición o de
manera voluntaria, normalmente a través de asociaciones. En los últimos años se
ha realizado un notable esfuerzo para potenciar la actividad docente,
aumentando el número de profesionales en este campo.
Entonces, ¿Cómo se procede? Según
el SGIP “Los servicios o unidades educativas, existentes en todos los
establecimientos penitenciarios, determinan los cursos que deba realizar el
interno o interna, que tendrá carácter obligatorio solo cuando
carezcan de los conocimientos propios de la formación de las enseñanzas
básicas. Al ingresar en un establecimiento penitenciario, los internos sin
titulación de enseñanza obligatoria son examinados por el profesor o profesora,
para conocer su nivel de instrucción y su perfil educativo, determinando el
ciclo de enseñanza obligatoria al que debe ser incluido.”
En los módulos de madres se trata
de priorizar la integración a los menores cuyas madres están presas en instituciones
de la red pública aunque hay centros penitenciarios que cuentan con guarderías
y profesores especializados en educación infantil que preservan y garantizan
las necesidades y derechos educativos de esos niños.
Por tanto, podemos observar que
la educación en los centros penitenciarios es algo tan necesario como humano.
No debemos olvidar que la función de la cárcel es la transformación y reinserción
social y no sólo un castigo (aunque haya casos y delitos que se escapen a la
compresión y que cuentan con unos índices de reinserción sin incidencias
bajísimos). También he de decir que el nivel educativo con el que entran los
presos últimamente está cambiando, quizás por nuestro gran sistema judicial… gente
con conciencia que ejerce su libertad de expresión y que misteriosamente son
condenados antes y de manera más severa que tantos otros que se pasean impunes
por nuestras calles o que siguen ocupando escaños en el congreso o cargos en la
administración o patanes que utilizan que una mujer siga adelante con su vida
tras una violación. Aunque sigue siendo cierto, y esto es lo terrible que las
prisiones siguen estando plagadas de
gente oprimida por un sistema precario que en muchas ocasiones conduce al delito.
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