EDUCACIÓN LENTA
El Slow movement es toda una filosofía de vida que va ganando adeptos. No se trata de una organización estructurada ni controlada por algún grupo particular, no hay una “organización slow” a la que afiliarse; sin embargo, esta corriente ha dado a luz distintas iniciativas en las últimas décadas en campos tan variados como la comida, la moda o la educación.
¿Qué es el movimiento Slow?
Pero, ¿qué es
exactamente el Slow Movement?
¿Quién de nosotros
no se ha sentido como Mafalda en el último mes?, ¿y en la última semana?, ¿y
esta misma mañana? El ritmo de vida que se nos impone actualmente es
extremadamente veloz. No queda en nuestras agendas ni un hueco del horario
libre, consideramos que hacer algo bien es hacerlo rápido, vamos corriendo a
todas partes; sin embargo, ¿no habremos perdido un poco el rumbo?
Recuperar el ritmo propio del ser humano
El movimiento Slow
nace como respuesta a este ritmo frenético que parece ir en contra de los
ritmos naturales de los procesos humanos. Las
actividades verdaderamente humanas necesitan tiempo: las relaciones
personales, el aprendizaje, el cuidado de la salud… Más aún, la velocidad suele
ser enemiga de la profundización. Vivir “sin parar” conlleva el riesgo de vivir
de un modo muy superficial, en palabras de Carl Honoré, a veces nos dedicamos
más a “correr por nuestra vida” que a vivirla realmente.
Así, podemos
destacar varios aspectos que la filosofía slow pretende mejorar:
1. Las relaciones personales
Carl Honoré (uno de los más mediáticos defensores de esta
filosofía) explica la gran paradoja de internet: estamos más conectados que nunca pero a la vez no sentimos más solos
que nunca. En este sentido, llama la atención que Reino Unido ha creadorecientemente un Ministerio de soledad, para paliar la soledad de un número cada vez creciente de personas, la mayoría, aunque no todas, ancianas.
Tal y como
sostienen Honoré, si damos prioridad a las conexiones por vía tecnológica
acabamos perdiendo los momentos de encuentro personal, y es un hecho que las
relaciones personales verdaderas sólidas son el quicio de la salud mental y
física en la vida tanto de niños como de adultos. ¿Cuántos sufrimientos
actuales se verían paliados si nuestras relaciones personales fueran más
profundas, estables, sólidas y verdaderas? Además, ¿no seríamos también más
productivos si fortaleciéramos las relaciones con aquellos con quienes trabajamos?
2. El pensamiento creativo
Frenar el ritmo permite también el clima
necesario para que se dé un pensamiento creativo. Los procesos creativos
necesitan tiempo, tal y como la tierra ha de ser cultivada con paciencia antes
de dar fruto, hemos de respetar ciertos ritmos humanos para producir trabajo de
verdadera calidad.
En esta concepción
de la vida en la que prima la eficacia y los resultados, hemos descuidado todas
aquellas actividades que son valiosas en
sí mismas simplemente porque “no son productivas”: “perder el tiempo”
contemplando la belleza de un paisaje o de un atardecer, filosofar y “arreglar
el mundo” sin intención de sacar conclusiones prácticas, hacer música,
charlar de cosas insustanciales con aquellos que amamos… Ya no tenemos tiempo
para esas cosas, estamos demasiado ocupados.
Algunos consejos prácticos
Si estás interesado
en este movimiento puedes escuchar a Carl Honoré. Su historia es bastante iluminadora: comprendió que estaba
viviendo demasiado rápido cuando se dio cuenta de que no era capaz de
desacelerar a la hora de contar un cuento a su hijo por la noche.
Tras su
“conversión” a la desaceleración escribió Elogio de la lentitud. No se trata de
hacerlo todo despacio. No, a veces hay que correr, pero sí conviene recuperar
espacios en los que desaceleremos. La clave está en encontrar el equilibrio. En
esta entrevista Carl Honoré da algunas pistas interesantes para disfrutar más
de nuestro día a día:
- Hacer menos cosas. Queremos exprimir hasta el último hueco de nuestro horario. Es mejor hacer una lista de prioridades y seleccionar.
- Limitar el uso de tecnología. Encontrar momentos del día en los que desconectemos y vivamos a nuestro ritmo, no al ritmo que marcan la tecnología y el mundo digital.
- Incorporar alguna actividad slow en el día a día: algún ejercicio, jardinería, cocina, lectura,…
¿Qué es la Educación lenta?
En esta línea slow
han nacido distintas iniciativas educativas. Se trata de distintas escuelas, no
conectadas entre sí, que han ido incorporando distintas estrategias para
desacelerar. El punto clave es comprender que es necesario respetar el ritmo
de aprendizaje de cada uno, dando
prioridad a la calidad sobre la velocidad, poniendo el foco más en los procesos
que en los resultados.
Gianfranco Zavalloni, autor de La pedagogía del Caracol, por una escuela
lenta y no violenta, coloca al
inicio de su reflexión una serie de preguntas:
- ¿Tenemos que correr verdaderamente en la escuela?
- ¿Estamos seguros de que esta es la mejor estrategia?
- ¿Debemos por fuerza secundar una sociedad que impone la prisa a cualquier coste?
Zavalloni propone las siguientes estrategias:
- Perder tiempo para hablar con los alumnos.
- Volver al portaplumas y la plumilla. Recuperar la caligrafía. En este sentido, a menudo los docentes se quejan hoy de los déficits de los alumnos en el área lingüística. ¿No será que no tenemos tiempo para escribir y leer con calma? En China, por ejemplo, existe una escuela slow centrada en el arte de la caligrafía. Cada día los niños dedican las dos primeras horas a este arte. Empezar el día así serena a los alumnos y les da la tranquilidad necesaria para después concentrarse en el trabajo.
- Pasear, caminar, moverse a pie. En definitiva, tener más contacto con el entorno. Si pudiéramos hacerlo además sin ir enganchados al móvil…
- Dibujar en lugar de fotocopiar. Abandonar la práctica de que los niños “coloreen”, para dejarlos elaborar sus propios dibujos. Y no sólo dibujos, también esquemas, mapas conceptuales, etc. Así cada uno hace propio su aprendizaje.
- Mirar las nubes en el cielo y mirar por la ventana.
- Escribir cartas y postales de verdad, usándolas como medio artístico.
- Aprender a silbar en la escuela.
- Hacer un huerto en la escuela.
Se trata de
permitir que cada uno pueda desplegar todas sus posibilidades y dar espacio al
asombro como motor del aprendizaje. Sobre la importancia del asombro, es
interesante leer a
Catherine L’Ecuyer y su libro Educar en el asombro. También podemos escuchar un ejemplo práctico de Roberto Benigni en El tigre y la nieve:
¿Y en España?
En España, Joan Domènech de la escuela Fructuós Gelabert, es uno de los principales defensores en España
de la educación lenta, autor del libro Elogio de la educación lenta. Considera importante
los siguientes puntos:
- La educación es una actividad lenta.
- Las actividades educativas tienen que definir el tiempo necesario para ser realizadas, y no al revés.
- En educación, menos es más.
- La educación es un proceso cualitativo.
- El tiempo educativo es global y está interrelacionado.
- La construcción de un proceso educativo tiene que ser sostenible.
- Cada niño –y cada persona- necesita un tiempo específico para aprender.
- Cada aprendizaje tiene que realizarse en el momento oportuno.
- Para conseguir aprovechar más bien el tiempo hay que priorizar las finalidades de la educación y definirlas.
- La educación necesita tiempo sin tiempo.
- Hay que devolver tiempo a la infancia.
- Tenemos que repensar el tiempo de las relaciones entre persones adultas y niños.
- El tiempo de los educadores se tiene que redefinir.
- La escuela tiene que educar el tiempo.
- La educación lenta forma parte de la renovación pedagógica
Existen algunas escuelas lentas, como Xixupica Slow Center, en Bilbao, cuyo proyecto se estructura alrededor del juego libre, para dar al niño "la oportunidad de crear, experimentar, compartir... sin miedo a equivocarse, siguiendo su ritmo y tomándose su tiempo".
En Gijón, el colegio Andolina también aboga por una educación que respete el ritmo madurativo de cada niño, "sin juicios, exigencias ni expectativas". Cada día los niños disponen de momentos de libre elección, en los que deciden en qué inveritr su tiempo. Es interesante ver cómo organizan cada día.
Para seguir investigando...
Y para el que se
haya quedado con ganas de investigar otras alternativas, merece la pena leer
esta carta del Decano de Harvard a los estudiantes de primer año titulada “Slow
Down. Getting more out of Harvard by doing less"…
!Qué maravilla¡¡ me ha fascinado, de verdad. Abogo por algo así, sin duda, son un nuevo fan del movimiento Slow. Pararse a mirar por la ventana es un lujo en los tiempos que corren... que desgracia.
ResponderEliminar¡Qué gran blog, madre Belén! No conocía esta corriente de "desaceleración" del ritmo actual de la sociedad moderna... pero ¡qué necesaria es!
ResponderEliminarVivimos expuestos a tantos estímulos y a tanta información que corremos el riesgo de perdernos los verdaderos placeres y regalos de la vida... ojalá todos seamos capaces de tener nuestros momentos en los que podamos bajarnos del tren para disfrutar de una mirada, una sonrisa, un cielo... esas pequeñas grandes cosas. Y ojalá que, en ese volver a ver, acabemos, todos, Encontrándole ;)