LA AUTONOMÍA EN LOS CENTROS EDUCATIVOS
La autonomía en los centros se está convirtiendo en uno de
los temas centrales de nuestro sistema educativo, estando presente en foros educativos
y debates políticos.
Desde la entrada en vigor de la Constitución Española, 7 han
sido las leyes educativas aprobadas hasta el momento, y en casi la totalidad de
ellas se habla del tema de la autonomía, y cuyo desarrollo y concreción se ha
potenciado en los últimos años.
En la LOMCE, antes del articulado, se habla de la necesidad
de realizar una profunda reforma en nuestro sistema educativo, siguiendo las
recomendaciones que realiza la OCDE, y partiendo de un punto de referencia importante
que es el hecho de que países de la OCDE que han llevado a cabo un rápido
proceso de mejora de la calidad de sus sistemas educativos tenían como uno de
los principios fundamentales del proceso la concesión de mayor autonomía y
especialización en sus centros. Y este proceso de mejora se ha traducido en
mejores resultados académicos de estos centros.
Así, esta autonomía de centros se establece en la LOMCE como
unos de los principios básicos a cumplir en este proceso de reforma tan
demandado para nuestro sistema.
Pero no será una autonomía libre y sin control. La ley
establece la necesidad de que las autoridades educativas lleven a cabo procesos
de evaluación de estos centros, los cuales deberán justificar la utilización eficiente
de los recursos, y que se traduce irremediablemente en una mejora de sus
resultados.
Esta autonomía deberá llevarse a cabo mediante el refuerzo de
la capacidad de gestión de la dirección de los centros, de forma que se conceda
a los directos de los mismos la posibilidad de llevar a cabo un mayor y mejor
liderazgo, no solo en el campo de la gestión, sino también en el ámbito
pedagógico.
Y para ello, se han de establecer unas bases, como es la
formación de las personas, para que puedan llevar a cabo del proceso, marcar
directrices para su ejecución, gestionar el programa de instrucción y rediseñar
toda la organización.
Una organización que tenga como objetivo alcanzar el éxito
educativo deberá ser más flexible y admitir que los equipos directivos puedan hacer
diferentes propuestas educativas para mejorar sus centros y aprender de la
experiencia.
Y además, se ha de permitir una mayor capacidad de
intervención en materia de personal, aunque es un tema delicado y no libre de
dificultades, ya que se juntan por un lado los derechos de los funcionarios y,
por otro lado, las necesidades de los centros.
Los datos relativos al
índice de autonomía en PISA informan sobre la responsabilidad que tienen los
centros en la toma de decisiones. En España, de acuerdo con el informe Indicadores comentados sobre el estado del
sistema educativo español 2017, este índice se sitúa en el 57,5%, apareciendo
en el ranking de países de la OCDE como uno de los países con menor autonomía
en su conjunto.
En España, siguiendo con los datos aportados por el informe,
los directores y los profesores tienen el 30% de responsabilidad sobre los
recursos económicos y humanos (la
administración educativa un 53%), frente al 42% de los países de la OCDE; un
56% sobre el plan de estudios, frente a un 66% de la OCDE; un 57% sobre la
evaluación de los estudiantes, frente al 68% de la OCDE; y un 19% sobre la admisión
de los estudiantes (la administración educativa un 60%), frente al 67% de la
OCDE.
Sin embargo, se ha de tener cuidado con cómo se realiza esta
concesión, pues una mala práctica podría traer consigo un desmantelamiento del
servicio público, con un incremento de la desigualdad entre centros y pérdida
de homogeneidad del sistema.
De ahí la necesidad de unas evaluaciones externas
anteriormente comentada, tanto para asegurar la misma calidad en todo el
sistema educativo, como para aportar los recursos y apoyos precisos a los
centros que no alcancen el nivel de calidad objetivo y diferente al de otros
centros ubicados en entornos similares, o incluso para compensar las
desigualdades sociales que han podido generarse.
No cabe duda que la labor que queda por realizar es importante, aunque los primeros pasos están dados y la conciencia de la necesidad de un cambio se tiene.
¿Lo veremos nosotros o serán las generaciones venideras las que lo vean? Quizá para entonces, sea necesario un nuevo enfoque del sistema educativo...
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